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Mas Cristo como hijo, sobre su casa; la cual casa somos nosotros, si hasta el cabo retuviéremos firme la confianza y la gloria de la esperanza.

Por lo cual, como dice el Espíritu Santo: Si oyereis hoy su voz,

No endurezcáis vuestros corazones Como en la provocación, en el día de la tentación en el desierto,

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